“Pero hay unos que son únicos, mágicos casi espirituales, unos que no tienen explicación y que si la hay están ocultas de los ojos serios, calculadores y fríos. Un amigo me conto una vez, que en una posada, después de olvidar a su sobrinito de apenas dos años en el balcon del segundo piso de su casa y sorprenderse en sobremanera por su descuido, salió corriendo para evitar un accidente, solo para sorprenderse al escuchar de pronto y de la nada un tintineo, como el de los cascabeles que se cuelgan en la puerta en los adornos navideños, me cuenta que ese sonido era extraño, como si cuarenta de ellos sonaran al mismo tiempo, pero que fue fugaz, aunque mas de tres de los presentes lograron escucharlo, me cuenta, que cuando llego al lugar en que el pequeño habia quedado ya no se encontraba halli, estaba en el balcon del segundo piso de la casa de enfrente, de este milagroso acontesimiento dieron fe su familia, pues ninguno de ellos asegura haver llebado al nene para aquel lugar, debido en primera instancia a que ellos ni si quiera sabian de los percances en que mi amigo se metio para evitar un siniestro del que seguro huieran sido victimas sino fuera por las magias que aquella noche pasaron. La familia quedo sorprendida por el suceso, y ahora, cada noche de sembrina, ponen atancion a los pequeños momentos, pero sobretodo a los sonidos que podrian provenir de algun cascabel magico.”
