lunes, 31 de octubre de 2011

DESPERTÉ.


Desperté. Por fin mis ojos volvieron a abrirse y miraron de nuevo las calles, llenas de melancolía, por supuesto. Y miraron el horizonte perderse allá donde se oculta el sol. Ese sol que da paso a la noche con su manto de estrellas que se pierden entre nubes de smog y las pisadas de la gente que siempre lleva prisa. Y miré las avenidas y los parques y los autos y las coladeras y el cemento y la lluvia y la luna que brillaba con la luz robada del sol, otra vez.

Y recorrí senderos insospechados, temeroso, sediento, cansado. Y llegué ahí. Justo donde estabas tú. Y pude mirarte. Y sentí coraje. Y sentí rabia. Y sentí miedo. Y mis ojos que no podían verte ahora no querían hacerlo. Y quise salir corriendo a buscar cualquier ácido para cegarme, y clave mis dedos para sacarme los ojos y perder para siempre mi vista. No quiero ver, no quiero sentir eso que me provoca la mirada. Y deje de ver de nuevo. Y me perdí de las sonrisas de las personas, de las luces de la ciudad, de las gotas de lluvia que parecen pequeñas caritas de ángeles cayéndonos del cielo, y perdí tu imagen pudriéndose en el basurero, hasta que volví a dormir...

Pero al otro día, desperté.

Maldecido por: Yorick Perot.
http://calaveradeyorick.blogspot.com/2010/05/desperte.html

Hay un sueño en cada uno, del que no queremos despertar
por no querer importunar las visiones que en el vemos
(SEAN BELLAS O MONSTRUOSAS, ¡DA LO MISMO!).
Se preguntan que piensan de nosotros
esas visiones después que despertamos.

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