Yo la mate, lo admito.
No soportaba su mirada,
pues el aire envenenaba
y no podía respirar.
Entiendan que se necesita el aire
y ya no pude aguantar.
Yo la mate, créanme.
No tenía corazón,
pues este fue removido
por uno de latón.
Y estaba oxidado de amargura,
de odio, de desprecio y de rencor.
Yo la mate, lo juro.
Intente llenarla de besos,
pero solo encontraba yeso
en sus labios de orgullo.
Y encontré piedras y arena
dentro del pecho suyo.
Yo la mate y no lo niego.
Porque negar lo sucedido.
Es imposible vivir
en un mundo de martirio.
Cuando tus amigos son
la soledad y el delirio.
Yo la mate, acepto mi pena.
Arránquenme los brazos,
arránquenme las piernas,
pues ya no siento nada.
Me acostumbre a los martirios
que su vida propinaba.
Yo la mate y les cuento
la forma en que sucedió.
Tome mi hacha por el mango
para iniciar la persecución.
Recordando como buscaba
su helado corazón.
Yo la mate y júzguenme
por decapitar su cuerpo.
Pero creerán que nunca tuvo
una adorable cabeza.
Pues siempre tuvo a cambio
la de una estatua tiesa.
Yo la mate y finalizo,
que si en el infierno la encuentro.
Seguiré con la venganza
de mi corazón sediento.
Tendre por fin la justicia
segada por el silencio.