lunes, 29 de noviembre de 2010

CASA QUE ARDE.

" En las últimas cartas que escribió don Rentano, viejo maestro de filosofía y gramática, había dejado todo un misterio, pues era claro que un hombre como él, defensor innato de las bellezas escritas y amante perpetuo de las palabras y las esencias, debía haber dejado sobre esos sobres amarillentos una hermosa poesía, digna se decía, de los más críticos pero sublimes oídos de dioses. En la ciudad oriunda de nuestro protagonista, mucho se decía, pero nadie se atrevía a leer estas hojas que aquel poeta de bastón había dejado como legado y herencia para aquellos que lo conocieron. Se hablaba inclusive de tinta de oro y pluma de marfil en las mas ensoñadas alucinaciones, se hablaba de locuras y predicciones paganas, de faunos y coquetas musas susurrantes, se hablaba de sueños y pesadillas relucientes, se hablaba mucho pero las palabras no bastaban cuando de valor se trataba. No bastaba. Nadie se atrevía. ¿Pero alguien tendría el valor suficiente para leer esas misteriosas letras? La respuesta, acto y maravillas vinieron después, cuando sucedió el siniestro que da nombre a nuestro cuento, se cuenta que la casa arde por la magia de las letras "

A lo lejos se ve maravillosamente como una vieja casa de madera arde en llamas, pero llamas perpetúas que no cesan, y que se cree, nunca dejaran de arder.

2 comentarios:

elizabeth dijo...

me gusto♥

Salazar Craft dijo...

Es como una patada en los güevos de la curiosidad...