¡Si!, en seguida, no te haré esperar mas, tenme paciencia mujer que a tu lado ya me acerco, he cumplido el mandado, ese que me impusiste, en donde el reto era la vida y mis enemigos mis males, dime ¿lo he hecho bien? ¿he ganado? no quiero respuestas que me agraden, sino verdades de lo sagrado.
¡Ya!, no desesperes, estoy mas cerca de tu presencia, quiero que veas mis logros y el fruto de tu semilla, quiero que te cerciores si he fallado, si te he ofendido, si he dado mal huso a las armas que me forjaste y si he matado con ellas, la imagen de hombre que me esculpiste.
¡Si!, estoy cerca… pero no se de que. Si acaso estoy por llegar al lugar ese que me impediste, si estoy por llegar a mostrar los monstruos que me atormentan, si estoy cerca de la maldad, la mentira, la sinrazón, el orgullo, la muerte, pero si llegue mujer a esto, no me dejes, quiéreme, abrázame, mímame con cariño, pues del miedo ya no soy hombre… soy un niño.
¡Voy!, te escucho, siempre te he escuchado, aunque mis gritos y blasfemias ensordecen mis oídos. No te ignoro querida, no desconozco tus palabras, pues recuerdo bien que nunca, fallaron tus oídos a mis voces, que andabas por donde andaba, que pisabas donde pisaba, y quitabas los abrojos de mi camino, que te enfrentabas con la vida, por pan pa’ este cretino.
¡Aguanta!, no demoro, quiero que veas mi dicha, que veas mi júbilo y mis ganas por corresponderte. Quiero que esperes mi llegada, mi actuación y mi triunfo contra las adversidades, que veas, que soy espejo de tus amores, tu sombra de tus bondades, bordado de tus ilusiones y el hijo de tus pujares.
¡Ya!, te siento, y que bien que ya llego. Pues extrañaba, mujer, tu sonrisa y tus palabras, tus ojos y tus alientos, tus manos y tú andar doloroso; ese paso que demuestra lo cansado de tus guerras y la virtud de tu esfinge, pero que me enseña, el poder de tus años, la pureza de tus actos y la inteligencia de las fieras.
¡En seguida!, que no falta tanto, que mis ganas por cumplirte son escasas, en comparación, con las que tengo por agradecerte. Que sepas que soy producto de tus ruegos, que te enteres de que en mis letras no hay tinta que no haya salido de tu pluma, y escuches el confesar, de este, que sabe que como tu mujer, no hay ninguna.
¡He llegado! ¡Mírame!... este es el niño que creaste, el alumno que enseñaste, el animal que domesticaste, el hombre que forjaste, el reto que superaste, la nación que conquistaste, el poeta que inspiraste, el loco que liberaste, el diablo que persignaste, la canción que cantaste, el asesino que perdonaste, el dolor que ignoraste, la oportunidad que desaprovechaste, pero sobre todo el hijo, que de rodillas te jura, que en ninguna de tus decisiones te equivocaste.
¡Ya!, no desesperes, estoy mas cerca de tu presencia, quiero que veas mis logros y el fruto de tu semilla, quiero que te cerciores si he fallado, si te he ofendido, si he dado mal huso a las armas que me forjaste y si he matado con ellas, la imagen de hombre que me esculpiste.
¡Si!, estoy cerca… pero no se de que. Si acaso estoy por llegar al lugar ese que me impediste, si estoy por llegar a mostrar los monstruos que me atormentan, si estoy cerca de la maldad, la mentira, la sinrazón, el orgullo, la muerte, pero si llegue mujer a esto, no me dejes, quiéreme, abrázame, mímame con cariño, pues del miedo ya no soy hombre… soy un niño.
¡Voy!, te escucho, siempre te he escuchado, aunque mis gritos y blasfemias ensordecen mis oídos. No te ignoro querida, no desconozco tus palabras, pues recuerdo bien que nunca, fallaron tus oídos a mis voces, que andabas por donde andaba, que pisabas donde pisaba, y quitabas los abrojos de mi camino, que te enfrentabas con la vida, por pan pa’ este cretino.
¡Aguanta!, no demoro, quiero que veas mi dicha, que veas mi júbilo y mis ganas por corresponderte. Quiero que esperes mi llegada, mi actuación y mi triunfo contra las adversidades, que veas, que soy espejo de tus amores, tu sombra de tus bondades, bordado de tus ilusiones y el hijo de tus pujares.
¡Ya!, te siento, y que bien que ya llego. Pues extrañaba, mujer, tu sonrisa y tus palabras, tus ojos y tus alientos, tus manos y tú andar doloroso; ese paso que demuestra lo cansado de tus guerras y la virtud de tu esfinge, pero que me enseña, el poder de tus años, la pureza de tus actos y la inteligencia de las fieras.
¡En seguida!, que no falta tanto, que mis ganas por cumplirte son escasas, en comparación, con las que tengo por agradecerte. Que sepas que soy producto de tus ruegos, que te enteres de que en mis letras no hay tinta que no haya salido de tu pluma, y escuches el confesar, de este, que sabe que como tu mujer, no hay ninguna.
¡He llegado! ¡Mírame!... este es el niño que creaste, el alumno que enseñaste, el animal que domesticaste, el hombre que forjaste, el reto que superaste, la nación que conquistaste, el poeta que inspiraste, el loco que liberaste, el diablo que persignaste, la canción que cantaste, el asesino que perdonaste, el dolor que ignoraste, la oportunidad que desaprovechaste, pero sobre todo el hijo, que de rodillas te jura, que en ninguna de tus decisiones te equivocaste.
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