martes, 3 de febrero de 2009

EL CABALLO CORRE EN EL CAMPO.

Lo increíble de todo esto, es que siempre ha estado corriendo y jamás ha parado, y posiblemente nunca pare. ¿Es el mismo campo? ¿Acaso nunca lo ha hecho por otros lados desconocidos? ¿Siempre lo ha hecho por el mismo? ¿Nunca se cansa de correr? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Tiene dueño? ¿Es pura sangre? ¿Por qué todos conocemos a este equino? ¿Por qué nunca se nos ha ocurrido otro animal para referirnos al acto de correr? ¿Por qué “por el campo”? ¿Por qué no por otro lugar? No sé, tal vez por un laboratorio de física cuántica; si es que existe tal laboratorio. Por la iglesia, por el cuarto de dos amantes holandeses, por el huerto de un alto hacendado romano o cualquier otro sitio.

¿Por qué corre solo? ¿Nadie lo acompaña? ¿Alguien lo dejo libre? ¿Lleva silla puesta? ¿Es blanco, negro, gris… azabache? ¿Tiene el hocico sangrando? ¿Existe alguna característica importante con este caballo? ¿Tiene nombre? ¿Pertenecen a alguien esos terrenos por los que corre nuestro cuadrúpedo amigo? ¿Tiene crías? ¿Es yegua? ¿Cómo saben que es él y no ella? ¿Somos tan ignorantes que no imaginamos alguna otra oración cuando de formularlas se trata? ¿A nadie le importa, acaso, que a ese caballo se le rompa alguna pata por correr todo este tiempo? ¿O que sea bronco y se vaya, como caballo viejo que era? ¿Ha alguien de aquí le importa acaso ese animal? ¿No? ¿Nadie?... bueno sé que al fin y al cabo, algún día se cansara de tanto camino recorrido y morirá exhausto, sin nadie que lo aliente de seguir en su travesía.

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