lunes, 30 de abril de 2012

EL TUNCO.


Cuando el tunco llego
había momentos crueles,
que cerraban los espacios
y amargaban las mieles.

Lo miraban al pasar
y era de sorprenderse,
esa sonrisa fugaz
y la cadencia al moverse.

De él se sabía poco
y aunque nadie pudiera
al oírlo hablar de locos,
trajera las buenas nuevas.

Se sabe pues del tunco
dificultades de la vida,
pero nos enseñaba surcos
de flores, y margaritas alegrías.

Yo del tunco conocí
razones invisible para amar,
de libros que te hacen feliz
con palabras para edificar.

Nunca me entere de las razones
que provocaron su defecto,
pero le escuche canciones
que alababan al perfecto.

Se supo entonces un día
en que las cosas fallaban,
que el tunco sonreía
y las cosas se arreglaban.

Un día el tunco se fue
y de él no supimos nada,
pero dejo entre nosotros ideas
que hasta ahora no se acaban.

4 comentarios:

Dídac Muciño dijo...

Sr. Hada

Cuento tiempo sin leerlo, y sin pasar por su humilde diario, y saber que aun esta aquí y que sigue escribiendo sin parar, el tunco como un monje seneña con errores, como aquello que llamamo vida o lo poco que hay de ella.

REciba un cordial saludo y una abrazo fuerte.

(y me leo muy formal jejeje)

Karu dijo...

holaaa, como andas tanto tiempo, paso a dejarte un beso grande! Saludos

elizabeth dijo...

Ada, muy muy bello :) saludos.

Dídac Muciño dijo...

Con eso, me conformo con tus plabras que me alivian.. el poder de estas letras, es tan poderoso como la mirada que mata!...

GRacias!! besos! :D.