Dame la mano y arrópame, que tengo frio,
que tengo soledad que ninguna compañía quita,
siente lo frio que estoy y frótame hasta sentir el calor que ansiaba,
¡ansiaba tu compañía! ¿No ves lo solo que estaba?
Quedémonos juntos, abrazándonos… no me sueltes.
No dejes que me pierda en la locura
de tenerte cerca y no tener tus manos en mi cintura.
Déjate sentirme, sin cordura.
Provéeme calor, cúbreme. Me siento solo,
permitiste que el aislamiento me tocara, estoy frio.
Déjame derretirme entre tus manos
y sentirme fluir como un rio.
Ya no estoy solo, pues te tengo cerca.
Lograste acumular mis calores, confundiéndose después
con los tuyos y logramos amalgama
de indistintos mil colores.
Sigue teniéndome cerca, sigue acurrucando
mi corazón, que es tuyo y son tus manos sagradas
protectoras de arrullos. No te gusta su calor,
no su palpitar, no su fluir de viscoso orgullo.
Mantenlo en tus manos, caliente,
mira que quiere regalarte ambrosia de los dioses.
Deja que cumpla su meta y coronarte
como decoro a tus roces.
Podrás hacer lo que quieras, me tienes en tus manos,
destrózame, muérdeme… en ti confió.
Pero déjame bañarte como a las musas
con el agua que fluye de mi ardiente rio.
No te vayas, quédate cerca, que después viene lo peor.
El despertarme solo, quieto, aun dormido,
esperando que veas mis ojos en un placer cumplido.
Esperando verme en los ojos de mi amor.