Mis fantasmas, no atormentan mis pensamientos. Cuando cansados del poco interés que les profeso, gritan en mis oídos, con ese tono de angustia y sufrimiento que solo los sentidos de los desahuciados, pueden percibir. Mis fantasmas, no aquejan mis actuares. Cuando aburridos de la rutina de una vida sin sentido, mueven en siniestros procederes las vibras de las desgracias, como objetivo mi destrucción. Mis fantasmas, no hieren mi vida. Pues no permitiría siquiera, un rasguño mas, a este agrietado corazón.
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