Les contare un cuento torpe, uno muy aburrido y prohibido. Este cuento no tiene moraleja y carece de enseñanza para un bien común. Pues como podrán imaginar, es un cuento libre de prejuicios y alegatos. Pues bien, comenzare: este cuento, como la mayoría de aquellos de hadas y princesas, esta ambientado en un reino lejano, que como era de esperarse, era reinado por un gobernante justo y responsable. El no tenía ningún problema, inclusive contaba, con muy buena salud, y estaba siempre rodeado de las personas que el mas quería, mismas que le demostraban un sentimiento reciproco. Sayra, hija del mencionado rey feliz, acostumbraba mirar todas las noches por su ventana, justo momentos antes de acostarse a dormir y soñaba. Ella tampoco tenía ningún problema, pues las riquezas inconmensurables de su padre, le proveían de todo cuanto quisiera, y no, no piensen mal, esta princesa no tenía ese síndrome “Jaula de Oro” que la mayoría de sus pares reales sufrían, ella realmente gozaba de una dicha plena y hermosa, pues tenía amigos que la apreciaban y querían tal cual era, y le demostraban su querer con todas las fuerzas que sus vidas de súbditos les proporcionaban. Zahid, último descendiente de una casta de valientes caballeros, entro al castillo, después de ver a la bella princesa en el ventanal de su cuarto, y se dirigió a platicar con el padre de la mencionada. No, nuestro caballero tampoco sufría de ninguna contrariedad, pues las aventuras de sus largos años de caballería, le habían traído riquezas y amores, que él había disfrutado en el momento que habría creído necesario. Y la hija del rey, no le parecía lo suficiente mente interesante como para que le moviera algún sentimiento. No había mayor contratiempo para su actual estado de vida, solo que esa tarde se había enterado por alguna muy buena fuente, de algo que englobaba a los misteriosos seres mágicos del bosque.
Las brujas, duendes, dragones, gnomos, hadas, trolls, elfos, y otros que conformaban una gama enorme de coloridas, hermosas, mágicas, incomprensibles e interesantes criaturas, vivían en perfecta armonía en esta mística tierra que el rey había designado para ellos. Ninguno de estos hermosos fenómenos, sufrían algún inconveniente, todos tenían una envidiable relación de amistad y cooperación, nunca sufrían riñas o trifulcas por ningún motivo y siempre estaban unidos. Cuando nuestro rey se entero, de lo que se contaba en relación a los mágicos habitantes de sus tierras, decidió enviar a mensajeros para que le contaran lo que les aquejaba. Ellos negaron problema alguno, pero el gobernante preocupado por el silencio de estos, mando un grupo de soldados a preguntar lo que sucedía. Los seres mágicos negaban aun los inconvenientes mal engendrados, realmente parecía que nada sucedía en aquellas místicas tierras, pero el monarca, haciendo alarde de una humildad poco convencional decidió visitar a sus más extraños súbditos. Ya instalado en aquel maravilloso paraje, platico con los seres sobre lo que le habían contado en cuanto a ellos, nada de lo que nuestros sorprendentes amigos le contaron, parecía mostrarle algún problema con su forma de vivir, así que satisfecho decidió volver a su pacifico castillo.
Todos los habitantes de aquel perfecto reino la vieron, en los cielos, increíble y hermosa. Era algo único y maravilloso pero el rey de estas tierras no estaba para admirarlo. Sayra, la princesa, pudo verla y quedo maravillada, desde su ventana era la imagen más bella que jamás había visto. Zahid también pudo observarla y quedo sorprendido nunca había visto algo como eso, era único. Una gigantesca nave de color plateado estaba flotando sobre el castillo y había paralizado a toda la gente de este reino, era su hermosura, su magnitud, su poderío, su estado casi divino, era todo, era lo más grande y sublime que dios pudo haber creado. De pronto una explosión y borraba para siempre y de cualquier memoria lo que antes había.
A lo lejos un rey arrodillado miraba como sus tierras se hacían nada, se hacían cenizas.
Las brujas, duendes, dragones, gnomos, hadas, trolls, elfos, y otros que conformaban una gama enorme de coloridas, hermosas, mágicas, incomprensibles e interesantes criaturas, vivían en perfecta armonía en esta mística tierra que el rey había designado para ellos. Ninguno de estos hermosos fenómenos, sufrían algún inconveniente, todos tenían una envidiable relación de amistad y cooperación, nunca sufrían riñas o trifulcas por ningún motivo y siempre estaban unidos. Cuando nuestro rey se entero, de lo que se contaba en relación a los mágicos habitantes de sus tierras, decidió enviar a mensajeros para que le contaran lo que les aquejaba. Ellos negaron problema alguno, pero el gobernante preocupado por el silencio de estos, mando un grupo de soldados a preguntar lo que sucedía. Los seres mágicos negaban aun los inconvenientes mal engendrados, realmente parecía que nada sucedía en aquellas místicas tierras, pero el monarca, haciendo alarde de una humildad poco convencional decidió visitar a sus más extraños súbditos. Ya instalado en aquel maravilloso paraje, platico con los seres sobre lo que le habían contado en cuanto a ellos, nada de lo que nuestros sorprendentes amigos le contaron, parecía mostrarle algún problema con su forma de vivir, así que satisfecho decidió volver a su pacifico castillo.
Todos los habitantes de aquel perfecto reino la vieron, en los cielos, increíble y hermosa. Era algo único y maravilloso pero el rey de estas tierras no estaba para admirarlo. Sayra, la princesa, pudo verla y quedo maravillada, desde su ventana era la imagen más bella que jamás había visto. Zahid también pudo observarla y quedo sorprendido nunca había visto algo como eso, era único. Una gigantesca nave de color plateado estaba flotando sobre el castillo y había paralizado a toda la gente de este reino, era su hermosura, su magnitud, su poderío, su estado casi divino, era todo, era lo más grande y sublime que dios pudo haber creado. De pronto una explosión y borraba para siempre y de cualquier memoria lo que antes había.
A lo lejos un rey arrodillado miraba como sus tierras se hacían nada, se hacían cenizas.