viernes, 19 de diciembre de 2008

PARA LA MEJOR DE LAS FECHAS.


¿Cómo vas a festejar este mes de diciembre todas las fiestas que son costumbre?- se refería a mí una extraña con la que ya tenía como cinco minutos haciendo platica (¡entenderán trafico-embotellamiento a las siete de la noche, con alguien se debe de sacar toda esa ira reprimida!). La pregunta antes mencionaba hiso eco en mi cabeza, no sabía la respuesta y eso me aquejaba. Tal vez fue la prontitud de su interrogación, o la novatez de que una desconocida se sincerará así como así, pero me inquietaba no poder dar respuesta a su cuestión. Tantas contestaciones cruzaban, chocaban, y nadaban por mi mente que me era imposible dar alguna. Así que respondí la más acertada y más segura respuesta:

-Pues creo que me voy a encerrar en mi cuarto con llave por una semana completa. Llamare a algunas putas más o menos caras, ya sabes sexo rudo y nada más: The Horrors como fondo musical, comprare y beberé todo el alcohol que mis posibilidades y cuentas pendientes puedan solventar: boleros como los de Javier Solís y José Alfredo Jimenez son necesarios para ese momento, probaré toda la cantidad de droga y fármaco apendejador que logre conseguir, mismo que espero sea de buena calidad y que pongan en peligro de muerte o en estado vegetal al consumidor: Cradle of the Filth me inspirará, mas tarde llamare para mentarles la madre a todas las personas que mas aprecio: una película porno me otorgara batería, gritaré y maldeciré a la humanidad, pensaré en el por qué los cangrejos pueden vivir siempre, zambulliré mi cabeza en el escusado hasta sentir la cara arder: se que encontrare algo de sabiduría en esa posición, compraré y miraré Black Christmas: la única película hecha para los que odian la navidad y en fin, hare de este diciembre, la experiencia más sadomasoquista y brutal que pueda- termine y ella se me quedo mirando como quien ve a un perro muerto en la calle.
-¿En serio?- pregunto casi asustada.
-¿Tú qué crees?- respondí mirándola fijamente a los ojos. Guardo silencio y dejo de hablarme.
Cuando llegamos a nuestro destino, justo antes de bajar del autobús me tomo de la mano y me dijo entre sonrisas – yo también haría lo mismo.

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