Me di
cuenta cuando Junio se fue. Era de mañana y llovía, era lunes a las 12:01 a.m.
y me levanto la mano en señal de despedida, sus ojos eran claros y brillantes
¿O será que lloraba?, yo no pude devolverle el saludo, solo abrí mi boca y
solté unas palabras que no tienen ningún significado. De seguro eran – QUEDATE.
Él no
lo vio, no lo escucho, no lo entendió. Dio la vuelta y su espalda me afirmo su
partida, la puerta se cerró y al golpe de la madera sobre el pórtico, recordé
lo que verdaderamente quería decirle antes de que aquellos ojos claros y
brillantes me miraran en señal de derrota, alce mi brazo como si pudiera verlo
del otro lado del corredor y grite- ¡¡SE TE OLVIDA BESARME!! – NO SE ME OLVIDA
–pude escuchar, todavía sin despegar la mano de la empuñadura de la puerta –
SOLO TEMO QUE AL HACERLO YA NO PUEDA IRME DE TU VIDA.
No pude
decir más, mi mano soltó la manija y los pasos del corredor se alargaron hasta
dejar de escucharse. Me acosté en la cama y pude sentir lo cálido de su cuerpo en las sabanas que aun
olían a él. Toque mi pecho y sentí su abrazo, puse mis dedos sobre mis ojos y
un TE AMO, abrigo mis oídos, me acosté boca abajo y bese en su almohada el
llanto de despedida que me había dejado de recuerdo.
Afuera
en la avenida, empapado no sabe el, sí en llanto o en lluvia, o en saliva de
los besos de mi amor, Junio de seguro comparte algunas nostalgias que
pretenderemos guardar como recuerdo, en alguna primera mañana de julio.