-“Si una musa se me apareciera de seguro me asustaría”- fue lo que ella me dijo una vez, en que charlábamos sobre la inspiración y sobre las musas que creía desaparecidas.
Me pregunto ahora, que sería lo que a ella más le asustaría si mirar desde una torre o desde una montaña, -“Estar en tierra firme y evitar las alturas”- de seguro me respondería con ese tono de voz que pareciera presumir sentimientos. Aunque no dudo que preferiría abrazarse a ellas y no soltarse nunca. Ahora recuerdo su gran fortaleza, ese poderío que demostraba con solo parase frente a todos, esa altura que se veía amenazante ante los que mirábamos hacia arriba, recuerdo su mirada cazadora, esa a la que no podías ignorar y esa que a veces lastimaba, pero recuerdo también el palpitar de su oso de peluche en que se había convertido su corazón.
No había duda de que ella constantemente buscaba algo, no sé si alguien digno de un enfrentamiento, o alguien que pudiera sostener su pesado corazón, ese que apuntaba como brújula buscando el norte y que creo nunca encontró. Posiblemente ahora ya lo haya hecho, solo espero que no esté pasando frio y que si se siente solo, solo piense en las musas que desde el fondo de mi corazón le mandare para que encuentre las inspiraciones que necesita para llegar a donde quiera. Me pregunto si estará pensando en mí en donde sea que se encuentra, si recordará mis abrazos, esos que aunque no la cubrían por lo menos intentaban dar algo de aliento.
¿Qué podre darle yo para que ella se sienta libre en donde sea que este? No lo sé, pero creo que ahora mismo su corazón y nuestras brújulas estarán apuntando hacia los lugares que siempre hemos deseado llegar.
Me pregunto ahora, que sería lo que a ella más le asustaría si mirar desde una torre o desde una montaña, -“Estar en tierra firme y evitar las alturas”- de seguro me respondería con ese tono de voz que pareciera presumir sentimientos. Aunque no dudo que preferiría abrazarse a ellas y no soltarse nunca. Ahora recuerdo su gran fortaleza, ese poderío que demostraba con solo parase frente a todos, esa altura que se veía amenazante ante los que mirábamos hacia arriba, recuerdo su mirada cazadora, esa a la que no podías ignorar y esa que a veces lastimaba, pero recuerdo también el palpitar de su oso de peluche en que se había convertido su corazón.
No había duda de que ella constantemente buscaba algo, no sé si alguien digno de un enfrentamiento, o alguien que pudiera sostener su pesado corazón, ese que apuntaba como brújula buscando el norte y que creo nunca encontró. Posiblemente ahora ya lo haya hecho, solo espero que no esté pasando frio y que si se siente solo, solo piense en las musas que desde el fondo de mi corazón le mandare para que encuentre las inspiraciones que necesita para llegar a donde quiera. Me pregunto si estará pensando en mí en donde sea que se encuentra, si recordará mis abrazos, esos que aunque no la cubrían por lo menos intentaban dar algo de aliento.
¿Qué podre darle yo para que ella se sienta libre en donde sea que este? No lo sé, pero creo que ahora mismo su corazón y nuestras brújulas estarán apuntando hacia los lugares que siempre hemos deseado llegar.