viernes, 27 de febrero de 2015

TLALOC: Efectos Rituales.

Las nubes se apartaron de pronto como movidas por alguna mano invisible y gigante hacia el norte, donde la nieve de algunas montañas comenzó a derretirse, como si estas mismas, victimas del calor  divino de los vientos, las hubiera afectado. Los ríos dejaron de fluir y misteriosos torbellinos reinaron en los caudales que parecía que estos efectos fijaran sus miradas hacia aquellas motas blancas en el cielo repentinamente apartadas hacia lugares insospechados… los peces, por alguna inexplicable razón, habían desaparecido. 
Árboles y plantas se estremecieron como si alguna fuerza superior los aplastara violentamente contra sus raíces, los frutos de algunas cosechas sufrieron de pronto metamorfosis delirantes que les hacía parecer escamas, patas y cola. Los animales se erizaron de manera súbita,  se olfatearon entre ellos incluso entre razas distintas, los que cantaban o emitían algún sonido como medio de comunicación o instinto, callaron abruptamente, los insectos se protegieron en sus hogares, las aves cesaron su vuelo y como todos los demás seres, fijaron su mirada hacia el cielo.

Las personas fueron los últimos en recibir los efectos de este singular fenómeno, muy pocos miraron a sus alrededores para notar las diferencias abismales de las que de pronto fueron víctimas, algunos ancianos como movidos por alguna extraña curiosidad movieron sus cabezas hacia las ventanas de sus casas, los que estaban fuera se miraron entre ellos como afectados por una nostalgia, todos los recién nacidos del mundo lo sintieron, los más pequeños callaron sus llantos y rabietas y cerraron sus ojos como motivados por alguna inteligencia dominadora, los que pudieron moverse se acercaron a la ventana más cercana y mirando hacia el sol  cantaron o pronunciaron  -¡¡¡  OOOOO  !!!-  interminable al unísono. Fue este aterrador efecto lo que saco a los demás hombres de su ignorancia y notaron que algo estaba pasando, el canto que sus hijos estaban entonando los había asustado de maneras inimaginables, el desconcierto siguió al caos y este a la violencia.

Quizá la confusión de la extrañeza casi aterradora de la “enfermedad” que los niños sufrían, provoco la reacción repentina de los padres y extraños, y tal vez en el predicamento de encontrar una “cura” para los inocentes, los volcó en una vorágine desesperada casi contagiosa por la verdad, la cual, no encontraron sin antes haber dejado a su paso escenarios sacados de los eventos dantescos más torcidos… cuando el llanto de las personas salió, el canto o el sonido ambiental en que se habían convertido las ciudades del mundo, se silenció. En la sorpresa de la casualidad  de este descubrimiento, los hombres y mujeres del mundo también callaron a sus acciones y notaron por fin los eventos celestiales que habían ignorado.

Algo monstruosamente antiguo y poderoso miraba al planeta desde lo alto.
Y después… llovió.