miércoles, 19 de mayo de 2010

POR EL CAMINO.


Muchos estuvieron buscándolo por senderos equivocados, sin logro alguno. Otros más se dejaron llevar por los atajos que él les había mostrado, perdiéndose sin remedio en ellos, y unos tantos solo lo escuchaban pero sin tomar en cuenta sus palabras, y unos simple y sencillamente cantaban. Yo lo encontré Al lado del camino, fumando cigarrillos mientras todo pasaba, pues como el mismo me dijo que en estos tiempos en donde nadie escucha a nadie, es mejor declararse incompetente, inocente, abyecto y desalmado. Desde el magnifico disco ABRE, del salvaje y nunca domado Fito Páez, les traigo esta estrofa de la canción “Al lado del camino” que es a mi parecer una de las mejores de todos los tiempo. Solo recuerden que el perdón es lo divino, y errar, a veces, suele ser humano.

Si alguna vez me cruzas por la calle
regálame tu beso y no te aflijas,
si ves que estoy pensando en otra cosa
no es nada malo, es que pasó una brisa,
la brisa de la muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino,
mas no te asustes siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino.

lunes, 10 de mayo de 2010

MI LLEGADA ANTE LA MUJER.



¡Si!, en seguida, no te haré esperar mas, tenme paciencia mujer que a tu lado ya me acerco, he cumplido el mandado, ese que me impusiste, en donde el reto era la vida y mis enemigos mis males, dime ¿lo he hecho bien? ¿he ganado? no quiero respuestas que me agraden, sino verdades de lo sagrado.

¡Ya!, no desesperes, estoy mas cerca de tu presencia, quiero que veas mis logros y el fruto de tu semilla, quiero que te cerciores si he fallado, si te he ofendido, si he dado mal huso a las armas que me forjaste y si he matado con ellas, la imagen de hombre que me esculpiste.

¡Si!, estoy cerca… pero no se de que. Si acaso estoy por llegar al lugar ese que me impediste, si estoy por llegar a mostrar los monstruos que me atormentan, si estoy cerca de la maldad, la mentira, la sinrazón, el orgullo, la muerte, pero si llegue mujer a esto, no me dejes, quiéreme, abrázame, mímame con cariño, pues del miedo ya no soy hombre… soy un niño.

¡Voy!, te escucho, siempre te he escuchado, aunque mis gritos y blasfemias ensordecen mis oídos. No te ignoro querida, no desconozco tus palabras, pues recuerdo bien que nunca, fallaron tus oídos a mis voces, que andabas por donde andaba, que pisabas donde pisaba, y quitabas los abrojos de mi camino, que te enfrentabas con la vida, por pan pa’ este cretino.

¡Aguanta!, no demoro, quiero que veas mi dicha, que veas mi júbilo y mis ganas por corresponderte. Quiero que esperes mi llegada, mi actuación y mi triunfo contra las adversidades, que veas, que soy espejo de tus amores, tu sombra de tus bondades, bordado de tus ilusiones y el hijo de tus pujares.

¡Ya!, te siento, y que bien que ya llego. Pues extrañaba, mujer, tu sonrisa y tus palabras, tus ojos y tus alientos, tus manos y tú andar doloroso; ese paso que demuestra lo cansado de tus guerras y la virtud de tu esfinge, pero que me enseña, el poder de tus años, la pureza de tus actos y la inteligencia de las fieras.

¡En seguida!, que no falta tanto, que mis ganas por cumplirte son escasas, en comparación, con las que tengo por agradecerte. Que sepas que soy producto de tus ruegos, que te enteres de que en mis letras no hay tinta que no haya salido de tu pluma, y escuches el confesar, de este, que sabe que como tu mujer, no hay ninguna.

¡He llegado! ¡Mírame!... este es el niño que creaste, el alumno que enseñaste, el animal que domesticaste, el hombre que forjaste, el reto que superaste, la nación que conquistaste, el poeta que inspiraste, el loco que liberaste, el diablo que persignaste, la canción que cantaste, el asesino que perdonaste, el dolor que ignoraste, la oportunidad que desaprovechaste, pero sobre todo el hijo, que de rodillas te jura, que en ninguna de tus decisiones te equivocaste.

jueves, 6 de mayo de 2010

PRIMER LLUVIA EN JUEVES DEL 2010.


Es de tarde en el primer jueves de este nuevo año, pero sin embargo, es de noche. Pero esta noche, no lo es totalmente, es una tarde nublada. No recuerdo con seguridad, si la mañana de este día también estuvo nublado, pero lo que si recuerdo es que en este enero del 2010 y para ser exactos en este jueves, el cielo esta triste al punto de las lagrimas… y yo lo siento igual.

Un error de transporte me deja a la mitad del camino a mi hogar, aunque no se si refugio de lo que pronto me espera; y estoy a escasos quince minutos de distancia… y yo camino. El camino, la tarde y el cielo están apesadumbrados, no se si conmigo, o con los seres de mi alrededor… pero yo lo disfruto. Mis pasos son lentos, pero no pasmados. Me exhorto a deleitar cada paso que recorro, y descubro, del otro lado de la carretera, una banqueta jamás inexplorada, ansiosa me la imagino, de mi presencia… y yo no la hago esperar.

Descubro en esta acera virgen, caras repetidas pero desconocidas, gente que en verdad trabaja, dos niños felices y una escuela cerrada, un viejo que grita cosas al aire y un puente peatonal solitario, mismo que me reta a subirlo y admirar desde su altura el paisaje grisáceo. Entre las nostalgias saboreadas desde ese momento y desde esa altura, recuerdo que debo apurar el paso a mi destino pues había olvidado algo importante.

Los recuerdos perdidos se manifiestan con la figura de una chica que toca a mi puerta, se hace mas presente con ella dentro de mi casa, y mi cordura se pierde, tras perderme yo también, en lo tibio de sus brazos y besos, en sus caricias y miradas, tras perderme en esas tinieblas que encierran ese negro de sus ojos. Mismos ojos que como efecto mágico del más inexplicable hechizo divino, se postran entre los pilares de aquella casa inacabada y observan con diversión el suceso natural que este cielo triste nos presenta. No tarda en que la tristeza de este cielo llega a su cúspide, pues de pronto, chispeantes lágrimas comienzan a caer sobre los suelos y techos de esta ciudad de arena. Y mi chica, como motivada por la danza de las gotas, me toma de la mano y me invita a mojarme con ella. Mira al cielo y abre los brazos como simulando volar, solo para recibir sobre su cuerpo la cosquilleante fuerza de las partículas de agua. Después me mira y cruza los brazos, yo la miro perplejo, y tras interceptar aquella mirada que arde más que el frío de la lluvia, la abrazo con fuerza apretando su cabeza a mí ya mojado pecho. Ella me abraza de la cintura y me trae a su cuerpo, estrechándonos como cabellos en una trenza, y a si permanecemos en silencio mojándonos con el frío de esta caprichosa lluvia. Esta, después de un rato, ya no nos moja, hierve en ebullición al contacto con nuestra piel, pero sin embargo nuestra ropa aun gotea agua. Y tras este extraño milagro de humedad, calor y frío se esta llegando la hora de ponerle fin a nuestros ritos.